Criokinesis 4
¿Dónde estoy que no me veo?
Hace rato dejé de percibirme.
La vida sólo me llena los pulmones al respirar,
y sale como aire normal al exhalar.
En el espejo se refleja la forma humana
de alguien fácilmente reconocible.
Obviamente muy familiar.
Pero me es incómoda la idea de vincularlo conmigo.
Sé que existo porque aun hay vínculos con los demás.
En la calle me tropiezan al caminar.
Se apartan para dejarme seguir mi camino,
y ellos el suyo.
Ocupo un espacio físico correspondiente,
Más fácil de percibir en espacios cerrados y concurridos.
Aun recibo gestos de cortesía
saludos, despedidas, pedidos de permiso y disculpas.
Tengo amistades que me recuerdan
Que necesitan mi compañía
Mi consejo
Mis oídos
Mis saludos
Un abrazo
Una broma
Una sonrisa
Un cariño
Afecto
Acepto mi condición de humano perecedero
Acepto que el mundo aún me ve
Acepto que incluso sigo dando vueltas en él
Acepto la oscuridad de la noche para dormir,
aunque vaya a la cama después de las 2
Acepto la salida del sol y el nuevo día
aunque me duela despertar y abra los ojos a las 10
Acepto, aun encerrado en mi mundo, que no vivo solo.
Pero ¿dónde estoy que no me veo?
Mis cientos de voces internas hacen un eco atormentante
como si chocaran entre cuatro paredes
y viajaran interminablemente en un medio de alta densidad.
¿Cuándo pasó que la temperatura tanto bajó?
¿Cuánto tiempo cómodamente ambientado,
tan casualmente a gusto que fue imperceptible?
Como un pez en el agua
–como un hielo en el glaciar—
Cristalizado hacia adentro
Aun existo y no me siento.
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