Mi camino del viajero

Sin pensar en las miradas que me siguen los pasos, busco tener el destino de mi viaje frente a mis ojos. Pisando suelo seguro y por rumbos más claros, ando sólo con la carga de mí conciencia en mochilas de aguas congeladas y las cantimploras llenas de aromas del pasado con fechas de vencimiento ilegibles por el tiempo. Un pasaje sin retorno planificado para abordar un transporte no identificado es polizonte en uno de mis bolsillos traseros. Llevo las manos vacías, las llevo libres de recoger de la vía todo amanecer posible entre mis palmas tibias, o de alcanzar constelaciones incompletas con mis dedos intranquilos. Mi compañero de asiento es el aire, quién sopla fuertemente mis ropas en sentido contrario. El me sopla al oído una melodía desafinada traduciéndose en susurros agobiantes del camino que me sigue adelante. Adornan el paisaje estatuas de sal con el virus de la duda tallado en sus rostros sufridos, también piedras en el camino con superficies escritas a manos alzadas llenas de rastros de sangre, golpes y marcas dolorosas. Vacíos inmortales de muchas vidas y de muchas mentes y de muchas almas depredan la atención del camino y su viajero, hacia abismos hambrientos bajo puentes oxidados e inestables. Pero cada paso es firme, cada kilómetro cuidadosamente marcado y cada parada bien reconocida en la mitad superior de un mapa roto, y aun con suministros suficientes para una persona más.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Después te cuento

Dimensionología de un beso y de todos

Within streams of water, sweat and tears