THE ICE CAVE

 -Les encantarán a los niños. ¿No crees, mi bombón? -Por supuesto, tus galletas son lo mejor de todo el mundo. -No, eso eres tú. Tú eres lo mejor de todo mi mundo. -Pero yo no soy una galleta. -Claro que lo eres, mi galletita más tierna. -¿Cómo no amarte? -Eso lo averiguas tú. Mientras estás en eso, voy a chequear el horno. -Por favor, siéntate. Yo le echaré un vistazo a las galletas.   Has estado trabajando bastante en la cocina hoy. -Que caballeroso. -Muy bien. ¿Qué tenemos aquí? -Con cuidado, mi caramelo. Usa un trapo. -Sí que está caliente. Okey. Abriré esto. Pues sip. Están listas. -Busca la band… -¿Bandeja? La tengo. -Usa las pin… -¿Pinzas? Te leí la mente. -Ahora ve por la le… -¿Leche? Enseguida. Y once vasos de la alacena. -Doce. -Cierto. ¿Qué haría sin tí? -Tener una vida sin sabor. Muy bien. Yo llevaré las galletas. Después de todo, las hice yo. -Sí. Ese honor siempre es tuyo. -Tu trae la leche y… -…y abro la puerta para ambos.

  “Queridos pasajeros. Nos estamos acercando al espacio aéreo de Bangkok. Agradecemos restauren sus bandejas a su posición original, y abrocharse los cinturones de seguridad. Iniciaremos nuestro descenso en breve” Martín apenas durmió en las 12 horas de vuelo; abrazando el maletín con el montón de dinero que decidió tomar del baño en su última escala, y aun con algo de adrenalina fluyendo por su cuerpo. Incluso, ha ido tres veces al baño   en el avión para dar una rápida mirada los miles, o millones en el interior. Solo lo abre up poquito, lo cierra inmediatamente y se sienta en el inodoro a recuperar su respiración. El personaje de Tolkien Frodo, o Bilbo se le viene a la mente cada vez que siente esa urgencia por volver a mirar lo que hay adentro del maletín. Martín recrea una y otra vez los que pasó la zona de abordaje del último aeropuerto. La primera vez que vio el maletín, justo ahí al lado de los lavamanos. Preguntar a los hombres que entraban y salían si habían dejado un

  “Ladies and gentlemen. We’re approaching Bangkok airspace. Please restore your trays into upward positions and fasten your seat belts. We’re beginning our descent in a few minutes.”             Martin barely slept during the 12 hour flight; holding the suitcase with lots of money he decided to take from the restroom in his last airport stop, still with some adrenaline rushing through his body. He’s even been thrice to the bathroom in the plane to take a quick small peek at the thousand, or millions inside. He just opens it a little, closes it immediately and sits on the toilet to catch his breath.             The character Frodo, or Bilbo from the Tolkien movie adaptations comes to his mind every time he feels the urge to go back to the bathroom to have just another innocent look. He recreates the events at the last boarding gate like another film.   The first time he saw the suitcase, right there next to the sinks. Asking men if they have left a black suitcase in the restr

“The children will love these, don’t you think, my cupcake?” “Of course, your cookies are the best in the whole world.” “No, that’s you. You are the best in my whole world.” “But I’m not a cookie.” “Of course you are, my sweetest cookie ever.” “How can I not love you?” “You figure that out. In the meantime, let me check the oven.” “Please, sit. I’ll give the cookies a look. You’ve been working a lot here in the kitchen.” “Oh, how chivalrous.” “Okay. What do we have here?” “Careful honey, use a cloth.” “Sure it’s hot, huh. Ok, I’ll open this and… yep. They are ready.” “Get the tr…” “The tray? Got it.” “The pinc…” “The pincers? Beat you by a mile.” “Go for the mi…” “Milk? Right away. And eleven glasses from the cupboard.” “Twelve” “Of course. What would I do without you?” “Okay. Let me carry the cookies. I made them in the first place.” “Yes, the honour is always yours.” “You bring the milk and…” “…I open the door for us.” “A kiss before?” “Sure, sugar. Let me clean some of this flour of