La conexión (versión español)

 

“Queridos pasajeros. Nos estamos acercando al espacio aéreo de Bangkok. Agradecemos restauren sus bandejas a su posición original, y abrocharse los cinturones de seguridad. Iniciaremos nuestro descenso en breve”

Martín apenas durmió en las 12 horas de vuelo; abrazando el maletín con el montón de dinero que decidió tomar del baño en su última escala, y aun con algo de adrenalina fluyendo por su cuerpo. Incluso, ha ido tres veces al baño  en el avión para dar una rápida mirada los miles, o millones en el interior. Solo lo abre up poquito, lo cierra inmediatamente y se sienta en el inodoro a recuperar su respiración.

El personaje de Tolkien Frodo, o Bilbo se le viene a la mente cada vez que siente esa urgencia por volver a mirar lo que hay adentro del maletín.

Martín recrea una y otra vez los que pasó la zona de abordaje del último aeropuerto.

La primera vez que vio el maletín, justo ahí al lado de los lavamanos. Preguntar a los hombres que entraban y salían si habían dejado un maletín valija de cuero pardo en los servicios sanitarios, y sólo recibir respuestas negativas.

También entregarse a la curiosidad y abrirlo. Su shock impávido con la sorpresa, luego el susto, el miedo, luego las risas incrédulas, luego las ideas raras. Se lavó la cara muy bien con desconfianza como queriendo deshacerse de cualquier tipo de pensamiento extraño en su cabeza.

Antes del abordaje, se encontró personalmente prestando mucha atención al equipaje de mano de cada persona en el parea de espera. Cuando el personal llamó a los pasajeros para ingresar, se sintió avergonzado consigo mismo por no quererse levantar… y por querer esperar hasta que la mayoría de los demás pasajeros formaran la fila.

Cuando finalmente se unió a la hilera, volteó a ver las pocas personas que tenía atrás. Aun, nadie cargaba ese maletín en sus manos.

Su pase de abordaje fue chequeado y precedió hesitante por la pasarela de acceso al avión. Para su sorpresa –o no— estaba caminando despacio dejando pasar a las personas, como si una fuerza externa lo tenía poseído…. Hasta que no pudo aguantarlo más. Justo antes de pasar el primer pie por la puerta del avión, pegó una carrera de relámpago de regreso por la pasarela. “¡Olvidé algo en el baño! ¡No cierren el avión!

“¿Señor?” Martín es interrumpido por una azafata. Se sobresalta y abraza el maletín con más fuerza. “El capitán ha encendido la señal de los cinturones de seguridad. Por favor, abróchese el cinturón. Ya vamos a aterrizar”

……

Su equipaje aparece por el sistema de cintas transportadoras. Una maleta grande y una pequeña; y más su mochila y EL maletín, bueno, está teniendo algunos problemas menores de movilidad. Algunas personas ofrecen ayudarlo, pero él los rechaza amablemente.

El sudor le corre a chorros hasta por debajo de la piel. Siguiendo por donde caminan el resto de los pasajeros, lanza un vistazo a la distancia y observa el punto de control con agentes, guardias de seguridad y escáner de rayos equis para el equipaje.

De repente su mente imagina las pantallas mostrando los paquetes rectangulares de billetes en el maletín y todas las alarmas sonando a la vez, los guardias cercándolo… y entra en crisis. En ese momento una miembro del personal del aeropuerto lo golpea sin querer  por detrás con un carrito para equipaje. Del susto todas sus pertenencias caen al suelo.

La chica se disculpa y lo ayuda a montar todo su equipaje en el carrito, y le pregunta si se encuentra bien.

Martín no logra responder. Traga grueso. La chica vuelve a preguntarle si necesita algo más, a lo que Martín dice que todo está bien y toma el mando del carrito. Con cierta velocidad lo maneja hacia el primer lugar que pudo venir a su cabeza. Los baños… para calmarse.

Tal vez dividir las pacas de dinero entre sus maletas, entre su ropa y zapatos y lo que sea, pueda no causar sospecha. Sí, eso es lo que va a hacer.

Se agacha y abre sus maletas nerviosamente y prepara las prendas donde envolverá los billetes.

Luego abre el maletín. Va moviendo los paquetes de billetes dentro de sus camisas, trajes, medias, etc. Se limpia el sudor de la frente que no le deja ver, mira a los lados. Nadie parece entrar.

La nueva autopista de adrenalina pura corriendo por sus venas se colorea de confusión por lo que encuentra. Realmente lo último que se hubiese imaginado. Un celular inteligente. Perece un iPhone,  en el fondo del maletín y debajo de los últimos paquetes. Toma el teléfono móvil y siente algo extraño pegado detrás, duro, abultado y parece envuelto en plástico. Al girar el celular lo suelta horrorizado lanzando un grito espasmódico. Se arrastra por el suelo huyendo y se golpea la cabeza en la base del mesón de los lavamanos.

¿Será que vio bien? La textura que tenía lo comprueba. El frio le invade el cuerpo.

Gatea como un bebé lentamente en dirección al teléfono. Este había rodado hasta debajo de uno de los inodoros. Martín abre la puerta el cubículo, y sí, ahí está el celular. Y sí, si vio bien. Era un dedo mutilado lleno de sangre, envuelto en celofán.

No podía creer que su tonto y arriesgado episodio de curiosidad tuviera giro tan aterrador. 

El teléfono suena.


..........Koori

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